zatlan el mejor jugador de alianza y perú

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29-10-10

viernes, 29 de octubre de 2010

Un hombre vivo, aunque sea el hombre más simple, el más vulgar, el más
malvado o aún delincuente, no puede transmitir impureza ritual (Tumá).
En cambio, el hombre muerto, aunque haya sido el hombre más justo o el
más santo o el más puro, dado que su alma ha sido tomada de él,
transmite impureza ritual.
De este modo, a través de las leyes concernientes a la pureza ritual, la
Torá nos brinda una muestra más del valor de la vida. En el momento en
que la vida se interrumpe, el daño es enorme y la herida irreparable: el
hombre se convierte en un cuerpo que contamina.

¿Cómo podemos explicar la impureza que se produce por el contacto entre
un hombre vivo y un hombre muerto?
La muerte es el fin natural e inevitable, que nos espera pacientemente
al final del camino. Sin embargo, el hombre no vive generalmente con la
conciencia permanente acerca de la muerte, ni la sombra de ésta. El
hombre es un ser dinámico que vive y cree en sí mismo, en su propia
fuerza y en su propia vida. Sin embargo, el encuentro con la muerte
concreta puede hacer tambalear esta actitud del hombre. El peso de la
realidad de la muerte puede ser más fuerte que el de la conciencia
acerca de su existencia.

La visión sorprendente del hombre que hasta hace pocos instantes estaba
con vida, respiraba y sentía, y que repentinamente deja de respirar,
puede sacudir al hombre y estremecerlo con el pensamiento de que "el
hombre no vale nada", "que no vale la pena esforzarse", "para qué
luchar". Este encuentro con la muerte provoca un sentimiento de
pesimismo, que puede conducir a pensamientos individuales y sociales
perjudiciales, y por ende se produce la "contaminación".

El sistema de impureza ritual es un medio de defensa del espíritu del
hombre ante la muerte. Todo contacto con la muerte contamina, para
permitir la vuelta al equilibrio, al pensamiento adecuado, para
liberarse de la "filosofía del cementerio", y pudiendo entonces volver a
tener fe en el valor de su alma y de su vida.

El judaísmo no se relaciona con la muerte como un problema de higiene o
limpieza. El velatorio y entierro de los muertos se prolongaba durante
muchos días en el mundo antiguo. También hoy se aconstumbra a honrar al
muerto no llevando a cabo el entierro en forma inmediata, haciéndole
permanecer entre los vivos mientras sea posible

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